Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 416 |
P.V.P. | 12,90 euros |
Traductor: | Begoña Prat Rojo |
Opinión personal:
No sé qué tienen los libros que publica esta editorial que me
atraen sin remedio. Bueno, en realidad sí que lo sé: pese a su pequeño formato,
están editados con un mimo exquisito, en tapa dura, a un precio accesible y,
sobre todo, encierran historias tan intensas que dejan huella.
Nacida en India, Smita emigró a Estados Unidos con su familia
cuando era adolescente. Veinte años después, regresa a Mumbai para ayudar a una
amiga, también periodista como ella, a cubrir la noticia de un crimen atroz en una
aldea. Allí vive Meena, una mujer hindú que ha cometido el más imperdonable de
los actos: amar libremente. Su pecado, haber desafiado el mandato
familiar casándose con un musulmán. Su castigo, el fuego. Un fuego encendido no
por desconocidos, sino por las manos de sus propios hermanos. Un fuego en el
que estuvo a punto de morir y que le arrebató lo que más amaba. Su decisión de
denunciar a los agresores la condenó a un abrumador ostracismo social, siendo
repudiada por su propia comunidad…
He leído muy pocas novelas ambientadas en una India
contemporánea que aún arrastra el peso de tradiciones tan antiguas como
dolorosas. Un país fosilizado, con sus castas, sus clases sociales y su
intolerancia religiosa. Esta historia nos enfrenta al precio que puede llegar a
tener la dignidad cuando choca contra el fanatismo religioso y el patriarcado.
Con una narración sencilla pero llena de sensibilidad, la
historia se alza como un lamento en la vastedad rural de la India, donde el
polvo de las aldeas se mezcla con el peso ancestral de las tradiciones. Thrity Umrigar
despliega un abanico de contrastes a través de sus dos personajes principales,
Meena y Smita: tradición frente a
modernidad, ruralidad frente a lo cosmopolita, el amor libre frente a la
violencia que engendran los prejuicios arraigados y los retorcidos valores
patriarcales de la India. Ambos mundos son retratados sin condescendencia, con
una mirada crítica pero muy humana.
Meena encarna a todas aquellas mujeres que han sido
silenciadas por haber amado sin permiso. Es en ella donde se concentra el alma
de la novela. El recuerdo de su amor por Abdul, narrado en primera persona,
rebosa de dolorosa ternura. Por su parte, lo que empieza para Smita siendo un simple
reportaje se transforma en un viaje al corazón de sus propias raíces, a las
grietas de una identidad que creía enterrada bajo años de distancia.
La inclusión de palabras en hindi ralentizó mi lectura. Y en
cuanto al desenlace, algunos lectores lo agradecerán como un bálsamo tras tanta
crudeza, aunque no me ha terminado de convencer. Pero, pese a todo, la novela
conserva su fuerza porque lo importante no es cómo termina, sino lo que deja latente
mientras se lee: la rabia, la ternura, las preguntas incómodas. Y eso, al
final, es lo que realmente permanece.
En definitiva, estamos ante una novela dolorosamente hermosa
que nos enfrenta a una verdad incómoda: que en pleno siglo XXI existan todavía
lugares donde amar a la persona equivocada puede sellar una sentencia de
muerte.
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