Sinopsis:
Un año y medio
después de “Gataca”,
la teniente Lucie Henebelle y el comisario Franck Sharko viven juntos en París,
donde se reponen del drama que ha estado a punto de separarlos. Intentan tener
un hijo, en vano.
Unos días antes
de Navidad, lo que les espera está lejos de ser el anuncio de un feliz
acontecimiento: a la hora en que la gente se recoge para entrar en calor, el
frío, la muerte y los recuerdos malditos se convocan. Christophe Gamblin,
periodista de sucesos, aparece muerto, encerrado en su congelador, mientras que
su compañera y amiga que estaba de viaje de investigación en algunos de los
lugares con más polución del mundo, Perú, China y Nuevo México, ha
desaparecido. Sólo queda de ella el pequeño rastro de su nombre en un papel
garabateado que lleva un niño vagabundo y muy enfermo.
Fuente: contraportada
Opinión personal:
Franck Thilliez
se ha convertido para mí en todo un referente del thriller francés, siendo uno
de los grandes descubrimientos del año y cuyas novelas no me canso de
recomendar a todo el mundo. Por eso, después de haber leído El síndrome E y
Gataca, ahora le ha tocado el turno a Atomka, la quinta novela de la serie
Franck Sharko pero la tercera protagonizada conjuntamente por éste y Lucie
Henebelle, un tándem de investigadores que funciona a la perfección y cuyos
problemas personales dan mucho juego en la historia.
Como es típico en
las novelas de este autor, nos vamos a enfrentar a una investigación sórdida,
con múltiples ramificaciones, que llevará a sus protagonistas hasta los abismos
más oscuros e impenetrables del alma humana. Un caso que los lleva a cruzar las
puertas del mismo infierno, directos a un lugar donde ningún humano debería
poner jamás los pies.
Un químico que, veintiséis
años antes, huye de una zona devastada con un misterioso manuscrito nazi y un
animalito acuático que contiene el misterio que los hombres han tratado de
descubrir desde tiempos inmemoriales; un periodista muerto dentro de un
congelador y que investigaba un caso sin resolver de hacía diez años, cuya
víctima era una ahogada en un lago de montaña; una periodista, compañera suya,
que no da señales de vida y a la que han asaltado y puesto patas arriba su
apartamento; y un niño errante, traumatizado y muy enfermo con un enigmático
tatuaje en su pecho ¿Cuál es el nexo de unión de todos estos hechos? Será el
equipo de Nicolas Bellanger, a cuyas órdenes se encuentran Sharko y Lucie, el
encargado de llevar a cabo la investigación.
Por otro lado, Lucie
y Sharko están muy ilusionados tratando de construir una nueva vida juntos,
pero las cosas no se presentan nada fáciles para ellos porque los fantasmas del
pasado resurgen cuando en el pueblo donde nació Suzanne, la mujer de Sharko,
aparecen unas pintadas hechas con sangre humana, la de nuestro protagonista. Sus
vivencias pasadas son una prueba de que el horror no tiene límites. Hubo un
tiempo en que podían afrontar cualquier cosa, una época en la que la oscuridad
de los casos investigados los excitaba más que nada en este mundo, pero ahora
todo es diferente para ellos. De nuevo se abren heridas que apenas habían
cicatrizado y que los vuelven vulnerables. En esta subtrama nos encontraremos
con un psicópata que acosa a nuestro protagonista y contiene algunos spoilers
sobre la primera novela de la serie, El ángel rojo.
Acción, tensión y
un final de infarto es lo que nos vamos a encontrar en esta novela carente de
artificios que te helará la sangre, porque toda la acción acontece en pleno
invierno y el frio será un elemento primordial de la trama que acompañará a
nuestros protagonistas a lo largo de la investigación, convirtiéndose en un
personaje más de la historia al tratar temas tan complejos y gélidos como la
criogenización o la hipotermia. Cuanto más avanzamos en la narración, más baja
la temperatura, llegando a estar incluso por debajo de los cuarenta grados. Vas
a sentir frío mientras lees Atomka. Desde Francia a Alburquerque, pasando por Ucrania,
Kiev o Chernóbil, acompañaremos a sus protagonistas en la búsqueda de la
frontera entre la vida y la muerte.
Franck Thilliez
utiliza una prosa sencilla y clara, con abundancia de
diálogos y predominio de un ritmo ágil gracias a la corta
extensión de sus 74 capítulos, lo que posibilita que la lectura fluya sola. Su
compleja trama policial, que es un mero pretexto para que el autor haga gala de
todos los conocimientos científicos que ha adquirido al documentarse a la hora
de escribir esta novela, está correctamente planteada y desarrollada, logrando
mantener la intriga en torno a lo que está sucediendo hasta los últimos
capítulos, cuando conseguimos encajar todas las piezas de un macabro
rompecabezas de forma coherente y sin fisuras. Su intenso ritmo y la trama, en constante
movimiento, estarán impulsados por la combinación de las diferentes líneas
argumentales, que refuerzan la tensión y la incertidumbre sobre los
acontecimientos. Una agónica carrera contrarreloj para dar caza a un individuo
que siempre se les adelanta, zancadilleando sus avances en la investigación.
De nuevo Franck Thilliez se
nos revela como un maestro en la construcción de personajes, quienes mantienen
una continuidad psicológica y están cargados de matices, son sólidos y únicos,
con un pasado muy sombrío. Logran brillar con luz propia y son capaces de
originar empatía en el lector, incluso de hacerle partícipe de su dolor. Sus dos
personajes principales serán los encargados de desentrañar la maraña de las diferentes
tramas que parecen no guardar relación ninguna entre ellas. ¿O quizás si? Intentarán
componer una imagen de los acontecimientos, al igual que los arqueólogos
apartan la tierra pausada y cuidadosamente, esperando dejar al descubierto
alguna pista o signo revelador que les permita atar cabos e ir encajando las
piezas de un complejo rompecabezas.
En resumen, Atomka es un
thriller policíaco escalofriante con mucha acción, que te mantendrá adherido a
sus páginas. Gracias a un ritmo muy marcado, que no va a decaer en ningún
momento, sus dos protagonistas se ven obligados a enfrentarse, en una sórdida y
compleja investigación, a los fantasmas de su pasado y a macabros
descubrimientos, a enfrentarse a la muerte. Una novela con bases científicas que cuenta con los
ingredientes necesarios para captar la atención del lector, con una serie de
giros argumentales potentes que logran mantener el suspense en una vertiginosa
carrera que lo dejará sin aliento y le helará la sangre. Un libro que cuenta
con un argumento interesante y sorprendente, una historia turbia y llena de
horror, donde la intriga se multiplica, y que recomiendo a los aficionados a
este género.
Y como siempre digo, esta es la opinión de una simple lectora, no de una crítica literaria.
Su autor:
Franck Thilliez (Annecy, 1973) escritor francés, además de ingeniero en nuevas tecnologías. Su género es el policíaco y de terror, apareciendo en sus novelas personajes de mentes enfermizas y criminales. En ellas, muestra una gran preocupación por los temas sociales. Su primera novela fue El ángel rojo (Train d’enfer pour Ange rouge, 2004), pero hasta la publicación de La chambre des morts, en 2005, no pudo dedicarse a tiempo completo a la escritura. En 2010 publica El síndrome E, primer volumen de un díptico sobre la violencia, seguido de Gataca en 2011 y Atomka en 2012.