Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 344 |
P.V.P. | 19,90 euros |
Sinopsis:
Oriana es una máquina de guerra. A simple vista, esta joven de origen marroquí podría engañar a cualquiera; nadie diría que siendo tan menuda hubiera sido la primera mujer en entrar al Grupo de Operaciones Especiales del ejército ni que pudiera sobrevivir a una de las peores cárceles del mundo.
Lleva más de un año huyendo con su bicicleta y solo con lo justo para protegerse, como ese extraño puñal que le regaló su padre, una de las fieras que hoy la persiguen. Hadi es un narcotraficante que se crio en los peores infiernos y ha ordenado a Soumia, su amante, que encuentre a su hija y la lleve de vuelta. Todo quedaría en un lío familiar si Soumia no fuera, además, una psicópata despiadada.
La cacería se intensifica cuando Oriana comete un error, y lo
que comienza con el apuñalamiento de una mascota en un pueblo de Burgos termina
con una serie de asesinatos brutales. La policía se tira de los pelos
mientras Oriana hace lo que sea para escapar de un pasado al que no piensa
regresar por nada del mundo: si la quieren capturar, primero tendrán que
matarla.
Fuente: web de la editorial
Opinión personal:
Cuando leí la sinopsis de esta novela escrita a cuatro manos
por Ana Rojas y Pablo Escribano, no me pude resistir. Me alegro de haberme
dejado llevar por un fuerte pálpito porque mis expectativas se han visto ampliamente
superadas.
Oriana huye. Lo hace en bicicleta, cruzando caminos perdidos
por la sierra burgalesa, acampando donde buenamente puede, con un extraño puñal
como herencia en la mochila y el miedo mordiéndole los talones. Detrás deja un
pasado que pesa más que cualquier arma, marcado por una infancia rota y un
presente que se desmorona. Exmilitar de élite, hija de inmigrantes, mujer sola
y perseguida, ahora debe enfrentarse a quienes quieren dar con ella: su padre,
un narcotraficante poderoso, una sicaria carente de piedad y una policía
decidida a atraparla.
Grosso modo, esta es la atractiva premisa de una novela que articula su
argumento en cuatro grandes bloques y desde la primera página impone un ritmo
electrizante con un pulso narrativo que no afloja en ningún momento. El lector,
más que avanzar, huye junto a su protagonista. Y lo hace sin aliento.
La narración está impregnada con sutiles pinceladas de humor que
oxigenan la tensión y provocan alguna sonrisa (el capítulo 12 es total, jaja).
Sin embargo, la violencia, omnipresente también, es abordada sin maquillaje. No
hay morbo gratuito, pero tampoco eufemismos: apuñalamientos, explosiones,
persecuciones… todo ocurre con la premura del que no tiene tiempo para el luto.
Uno de los grandes aciertos de la novela es la construcción
de su protagonista. Oriana es indomable, implacable y muy inteligente. Una
mujer llena de contradicciones, tan letal como frágil, endurecida por la vida y
por las decisiones que ha tenido que tomar para sobrevivir. Tiene habilidades
letales, pero también un mundo interior que sangra en silencio. Lo que la
define no es solo la huida, sino además el conflicto constante entre lo que ha
sido y lo que desea ser.
Otro elemento original es la forma en que se marcan los
comienzos de cada capítulo. Los autores optan por un recurso para mantener la
tensión al usar una especie de cronómetro narrativo que mide el tiempo antes
o después de una muerte. Pero no se trata de una cuenta atrás al uso, ni de
una única muerte. Lo curioso es que ese marcador va cambiando de víctima.
Por cierto, la novela tiene su propia banda sonora, una
canción por cada capítulo. Los autores han realizado una selección interesante
y os recomiendo que la escuchéis, ya sea mientras leéis o en otro momento.
En definitiva, Hija de la ira es una cicatriz abierta.
Y Oriana, su furia con nombre propio. Un thriller escrito con nervio, oficio y
valentía, donde el dolor no se oculta y la violencia late como un segundo
corazón. Una historia que destila acción a raudales y desafía al lector desde
la primera página, obligándolo a confrontarse con lo que no quiere ver: la ira
como única herencia posible cuando el mundo te da la espalda.
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