Autor: Andrés Pascual
Título: El haiku de las palabras perdidas
Editorial: Plaza & Janés
Año de edición: 2011
Género: Narrativa Contemporánea
ISBN: 9788401352133
Breve sinopsis:
Nagasaki, Agosto de 1945
Kazuo, un muchacho occidental afincado en Japón, y Junko, la bella hija de una diseñadora de arreglos florales, han acordado encontrarse en una colina para sellar su amor adolescente con un haiku que esconde un secreto sobre su relación. Minutos antes de que llegue la hora de la cita, la bomba atómica convierte la ciudad en el peor de los infiernos.
Tokio, Agosto de 2010
Emilian Zäch, un arquitecto suizo cuya vida se está desmoronando, asesor de Naciones Unidas y defensor de la energía nuclear, conoce a una galerista de arte japonesa obsesionada con encontrar al antiguo amor de un antepasado. A través de estas dos historias paralelas y de su sorprendente unión final, Andrés Pascual teje una emotiva trama sobre la importancia de asimilar las tragedias del pasado para enfrentar los retos del presente y escribir nuestro propio destino
Opinión personal:
Confieso que desconocía totalmente la cultura japonesa. Nunca había sentido un interés lo suficientemente fuerte como para hacerme volver la vista hacia ese pueblo legendario. Todo esto cambió hace muy poco, cuando me reencontré, despues de muchísimos años, con una compañera de clase de instituto, que había decidido volver a su ciudad natal despues de haber habitado en el pais nipón durante varios años. Gracias a ella, a las historias y descripciones que nos hizo de lo vivido alli, en una cultura tan diferente de la nuestra, fue como me decidí a leer este libro.
Andrés Pacual nos presenta una historia
desgarradora, que nos narra el terror sucedido en Nagasaki, cuando un
dia 6 de agosto todo se detuvo a las 11:02 de la mañana. Una historia de
amor truncada de unos jóvenes de paises diferentes y de cómo se buscan
en sus últimos momentos de vida. Describe magistralmente el paisaje y sobre todo el momento clave en que las bombas cayeron sonre los habitantes de esta ciudad.
Me
ha dejado pasmada la manera en que se automomifica un sokushinbutsu. Un
largo ritual dividido en 3 partes: primero, tras colocarse en la
postura del loto, que ya no habrá de variar ni un ápice hasta culminar
la momificación y pasar mil dias alimentándose
de harina de trigo, avellanas y nuez moscada, para reducir al máximo la
grasa de su cuerpo y evitar que su carne se descomponga. Luego ha de
pasar otros mil dias en la misma inmovilidad con una dieta aun mas
escasa, a base solo de corteza de árbol. Durante ese tiempo ha de beber
un te venenoso que, ademas de hacerle vomitar, orinar y sudar para
eliminar los ultimos fluidos, depositaba en su carne unos residuos
tóxicos que espantaban a los gusanos y escarabajos.
El
tercer período, de otros mil dias, es introducido en un ataud de
madera, aprovisionado de suficientes bulbos y cortezas, y enterrado a 3
metros bajo tierra, donde permanece mas de tres años meditando y
respirando a través de un tubo de bambú que lo comunica
con la superficie. Disponía de una campañilla que debía tocar una vez
al dia para informar de que aun seguía con vida. Es desenterrado el dia
que la campana no suena, lo cual significa que ha fallecido y la momia
está lista para ser venerada.
Tambien es cierto que he llorado leyéndola, imaginando lo terrible del momento, de la vida que pudieron tener, asi como las secuelas, los afectados por la radiación nuclear.
Prosa
sencilla, ligera, amena. Los capítulos son cortos y que va alternando
ambas historias con lo que el ritmo no decae en ningún momento. Me ha
gustado y en ningún momento se hace pesado
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