Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 360 |
P.V.P. | 21,95 euros |
Traductor: | Sonia Tanco |
Opinión personal:
Este libro llegó por sorpresa a mis estanterías. Primero lo
hicieron unas escuetas misivas por correo postal y, finalmente, el ejemplar.
Una novela de suspense psicológico que juega con el lector como un gato con su
presa, cuya lectura ha sido toda una sorpresa. Un rompecabezas trepidante,
complejo y oscuro que me ha mantenido en vilo hasta el mismo desenlace. Y lo
mejor es que tiene una adaptación en Netflix que pienso ver sí o sí.
Todo comienza con un asesinato en Blackdown, un pequeño
pueblo inglés donde todos se conocen, o al menos eso creen. La víctima es una
mujer, y su muerte no tarda en salpicar a dos personas que, curiosamente,
arrastran un pasado en común. Por un lado, Anna Andrews, una periodista adicta
al trabajo que intenta recuperar su puesto como presentadora de informativos de
la BBC. Por otro, Jack Harper, el inspector asignado al caso. Ambos conocían a
la víctima. Ambos tienen razones para querer que la verdad no salga a la luz. Uno
de ellos sabe más de lo que deja entrever …
Uno de los grandes aciertos de la novela es su
estructura narrativa, que avanza alternando los puntos de vista de Anna y Jack
en primera persona, permitiendo al lector entrar en sus cabezas, descubrir sus
contradicciones. Aquí nadie es completamente fiable. Se cuentan dos versiones
diferentes de una misma historia y eso obliga al lector a tomar partido… aunque
no sepa bien por quién y ande más confundido que un abuelo con un smartphone de
última generación. Cada capítulo desmonta la versión anterior. Lo que parecía cierto,
deja de serlo unas páginas más adelante.
Entre medias hay una tercera voz, la de la persona que comete
los crímenes, que se manifiesta en breves fragmentos escritos en cursiva. El
resultado es un mosaico narrativo en el que todo el mundo oculta algo, y donde
la sospecha se convierte en un personaje más. Es un recurso que genera una
tensión constante y la autora siempre consigue que el lector quiera seguir, no
por saber quién lo hizo, sino por entender por qué.
Ahora bien, el desenlace es decisivo en cualquier thriller y
en este caso me dejó con sensaciones encontradas. Disfruté del viaje, pero el
destino no me terminó de convencer. Las motivaciones del asesino, que por
supuesto no revelaré, me parecieron algo endebles en comparación con la
complejidad del resto de la historia. Es como si Feeney hubiera apostado más
por el impacto que por la coherencia. ¿Funciona? En parte sí, pero deja cierto
regusto a artificio. Eso no quita que haya sido una lectura absorbente y
adictiva, una sinfonía de medias verdades, un duelo de subjetividades en el que
los recuerdos, el deseo, la culpa y el resentimiento se entrelazan como capas
de niebla sobre un crimen que no es lo que parece.
En definitiva, estamos ante un thriller psicológico que va a
desafiar constantemente nuestras certezas, dejando claro que la verdad no es
una, sino muchas. Y cada uno tiene la suya.
De momento no me lo llevo porque tengo mucho pendiente.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Marina, pues yo, como tú, creo que los finales deben estar acordes con la historia, o incluso ser mejores (un buen final arregla una novela meh), pero un finl meh, me destroza una buena novela. Creo que me lanzaré a ver la serie de Neflix.
ResponderEliminarUn besazo