Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 408 |
P.V.P. | 21,90 euros |
Sinopsis:
¿Cuánto sabe una madre? ¿Cuánto calla, cuánto dice, cuánto miente? Mientras las madres viven, los hijos somos hijos por encima de todo: más hijos que hermanos, más que maridos, más que padres. Colgamos de nuestras madres como el escalador de su mosquetón, no importa la edad, no importa la distancia. Si hasta su muerte mandan sus genes, después de su muerte manda la ausencia. «Si mamá me viera…», «Mamá se estará riendo, seguro», «¿Qué pensaría mamá de esto?». Hablamos con ellas cuando nadie nos mira, porque sabemos que están, aunque no las veamos. Sabemos que son eternas.
La tarde en que Fer, Emma y Silvia llevan a urgencias a su madre, aquejada de lo que parece una leve infección, no imaginan que la vida ha dispuesto para ellos un escenario totalmente inesperado. Al salir del hospital después del breve ingreso, el paisaje familiar es otro: los tres hermanos se convierten a la fuerza en hijos y cuidadores mientras se preparan para la posible orfandad que quizá vaya a dejar tras de sí un ser tan excéntrico e insustituible como Amalia.
Fuente: web de la editorial
Opinión personal:
Hace exactamente siete años que Amalia entró en mi vida
como un torbellino y conquistó mi corazón, dejando una huella imborrable. Con
esta novela tan profundamente emotiva de la que os hablo a continuación se
cierra un círculo iniciado con Una madre (2014), Un perro (2016)
y Un amor (2018). Una tetralogía que me ha enamorado por el genuino
retrato que su autor hace de la familia de Amalia, con sus imperfecciones y el
inquebrantable amor que une a sus miembros. El cierre perfecto con un claro
mensaje: el amor, la familia y los recuerdos nos sostienen cuando las ausencias
se imponen. Ha sido mi primera lectura cinco estrellas del año, con eso lo digo todo…
No revelaré nada del argumento de la novela, porque
descubrirlo es parte de la experiencia. En cambio, quiero hablar de su corazón:
Amalia. Es ella quien nos ha acompañado a lo largo de esta saga, quien nos ha
hecho reír, llorar y reflexionar. Es ella quien ha convertido estas páginas en
un refugio literario donde la familia, el amor y la esperanza se entrelazan en
cada línea. Si finalmente te animas a llamar a su puerta para conocerla, lleva
contigo unas flores, alguna golosina de chocolate, o mejor una Sacher. Te la
habrás ganado.
Hablar de esta saga es sumergirse en un universo narrativo
cargado de emociones, ternura y una cotidianidad que se convierte en un espejo
de la vida misma, en el que Amalia es el faro y la brújula que guía y centra ese microcosmos
formado por sus tres hijos, Silvia, Emma y Fer, y su adorada perrita Shirley. Una mujer caótica y algo despistada, que adora a Pablo
Alborán tanto como yo, pero llena de luz y amor. No es perfecta, pero su
grandeza reside en su capacidad para sostener a sus hijos con una ternura desbordante,
su resiliencia y ese instinto inquebrantable de protección. Cada palabra, cada
gesto de Amalia está impregnado de un cariño infinito, de una verdad que
traspasa las páginas y nos golpea el alma. Ella nos ha enseñado que la
maternidad es, en esencia, una danza de amor y renuncia, de silencios y
abrazos, de errores y perdón.
Leer a Palomas se convierte en una experiencia emocional
intensa, pero Una vida es un torbellino de sentimientos. Hay momentos en
los que la ternura nos arrulla, otros en los que Amalia nos arranca una sonrisa
con su inocencia desbordante, sus ocurrencias y esas epifanías tan típicamente
suyas, pero también están los instantes de vértigo, de un dolor tan real que lo
hacemos nuestro. El autor tiene un estilo muy personal, intimista y emotivo, logra
hilar toda una espiral de sentimientos y lo hace sin pudor, utilizando una
prosa que destaca por su sencillez ataviada de elegancia. Nadie como él capaz
de vestir de realidad a sus personajes y conseguir que empatices con alguno o
con todos, adentrándose en su interior, en su naturaleza más pura. De nuevo
será Fer el encargado de tejer, en primera persona, una historia profundamente
conmovedora que se tatúa en el alma, con momentos en los que tenía que parar de
leer porque era tan desmedida la angustia que me costaba hasta respirar y las
lágrimas me empañaban la visión.
Sintetizando: estamos ante una novela intimista y
dolorosamente hermosa, un remolino de emociones que te deja el corazón
blandito. Es una carta de amor, un canto a la memoria de quienes nos han amado
con todo su ser. Su lectura ha sido una montaña rusa emocional, en la que pasé de la risa a las
lágrimas con una naturalidad que solo un narrador excepcional puede lograr.
Hazle un hueco a Amalia en tu vida, no te arrepentirás.
Que reseña más bonita, se nota que lo has disfrutado intensamente y te entiendo porque aunque solo he leído un libro del autor, no lo olvidaré. Un beso
ResponderEliminarEstoy deseando conocer a esa Amalia tan especial que se ha hecho un hueco en tu corazón. Besos
ResponderEliminarHola Marina, como tú, he leído las tres novelas anteriores y me ha alucinado lo que se parece Amalia a mi madre, igual todo el mundo piensa igual y ese sería el gran acierto de Palomas. Pero creo que ahora mismo no podría con esta novela, estoy en una situación complicada con mi madre por su edad, enfermedades, etc. y no creo que pudiera con ellos. Pero seguro que en algún momento caerá.
ResponderEliminarUn besazo
Que maravilla
ResponderEliminarHola leí hace poco, Una madre, y me pareció una novela maravillosa, lloré un poco jeje. Seguro que en algún momento me animo con esta
ResponderEliminarSolo he leído del autor Una madre, que me encantó. A ver si me animo de nuevo con él. Por lo que cuentas, lo voy a disfrutar mucho también.
ResponderEliminarBesotes!!!
Soy de las pocas que no ha logrado conectar con el autor. No creo que me anime con esta otra novela.
ResponderEliminarUn beso y muchas gracias por la reseña, Marina.