Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 416 |
P.V.P. | 23 euros |
Traductor: | Patricia Antón de Vez Ayala |
Opinión personal:
Ninguno de los libros de Lisa See que he leído me ha
defraudado, por lo que tengo claro que nunca dejaré pasar sus publicaciones.
Tiene una forma muy personal de mezclar historia y cultura, convirtiendo cada
lectura en una experiencia completa. En esta novela nos lleva de viaje a las
montañas de Yunnan, en el suroeste de China, para seguir el periplo vital de la
joven Li Yan, que crece entre rituales, supersticiones y el aroma constante del
té. Una historia que se saborea lentamente, como una infusión que necesita su
tiempo, que estará entre mis mejores lecturas del año.
Li Yan pertenece a los akha, una minoría étnica con reglas
férreas que marcan cada paso de todos sus miembros. Siguiendo su voz intimista
en primera persona descubrimos que no encaja en su entorno. Cuando su vida da
un giro de esos que cambian el rumbo para siempre, comienza una travesía que la
llevará lejos, tanto geográfica como emocionalmente. A partir de ahí, la trama,
que abarca varias décadas y arranca en los años noventa, se despliega en dos
direcciones: la de una madre que intenta reconstruirse y la de una hija, Haley,
que crece en otro continente sin conocer sus raíces.
Lisa See teje ambas vidas con paciencia, como si preparara una
buena taza de té que necesita reposar antes de revelar sus muchos matices y
evocar recuerdos en quien la consume. A través de documentos médicos, cartas,
informes escolares y correos electrónicos, conocemos a Haley, una huérfana
china adoptada por una familia acomodada que, con el tiempo, empieza a sentir
una curiosa obsesión con un regalo de su desconocida familia biológica.
Por su parte, Li Yan tiene, desde pequeña, hambre de
aprender, de desafiar las normas de su aldea y progresar en la vida, pero
también arrastra el peso de las supersticiones y las tradiciones ancestrales que
parecen suspendidas en el tiempo.
Lo fascinante de esta novela es cómo el té se convierte en el
hilo conductor de una saga familiar. Las descripciones son tan sensoriales que
casi se puede oler el té secándose al sol, sentir el tacto de las hojas o el
silencio de las montañas mientras se espera el momento justo de la
fermentación. Pero también explora otros temas como la familia, la identidad y
la maternidad.
Lo que más me ha gustado es la manera en que la autora
describe el choque entre tradición y modernidad, entre una vida ligada a la
montaña y un mundo globalizado que ofrece libertad, aunque a veces a costa de
la soledad, donde todo cambia a una velocidad vertiginosa. Li Yan se mueve
entre ambos, sin pertenecer del todo a ninguno. Su historia es la de muchas
personas que deben reinventarse sin perder de vista sus orígenes.
En definitiva, una novela didáctica para quienes desconocen
la cultura akha y la lucrativa industria del té chino, ideal también para los
que disfrutan de esas lecturas que se saborean despacio y dejan una cálida
huella, como el regusto de un té añejo de árboles antiguos. Es una historia de
amor y pérdida, de esperanza, dolor y culpa, de emociones que van calando poco
a poco, y no deberías dejar pasar.






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