Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 864 |
P.V.P. | 23,90 euros |
Traductor: | Carlos Milla Soler |
Opinión personal:
Leer este quinto libro de Los hijos de la Tierra es
reencontrarse con Ayla, una vieja amiga a la que conoces desde hace décadas que
ha ido cambiando por las circunstancias que le ha tocado vivir sin perder su
esencia. Una mujer fuerte e independiente que ha sido moldeada por la
intemperie, por la soledad, por el aprendizaje y por esa curiosidad insaciable
que la empuja siempre un paso más allá.
Tras un agotador viaje que ha durado todo un año, Ayla y
Jondalar al fin llegan a la Novena Caverna de los Zelandonii, ese destino que
había sido una promesa aplazada desde el inicio de esta saga familiar. Y aunque
podría parecer que este encuentro con el hogar de la familia de Jondalar
cerrarían parte del viaje, la autora lo convierte en un nuevo comienzo al tener
que enfrentar un choque cultural, nuevas jerarquías, tensiones internas y la
complicada tarea de intentar adaptarse y encajar. La joven deberá recurrir a
todas sus habilidades, conocimiento e instintos para encontrar su camino en
esta complicada sociedad. Esto le hace comprender que aún le queda un largo
camino por recorrer antes de que los zelandonii la acepten. Para ellos es una
forastera con ideas y costumbres extrañas.
Lo más significativo de la novela no es la acción, sino la
manera en que Auel nos muestra el choque de culturas. Ayla, que ha sido criada por
los miembros del Clan y ha convivido con otros grupos de humanos, se enfrenta
ahora a la comunidad que vio crecer a Jondalar. Su mirada, a veces llena de
asombro, otras de miedo, nos permite conocer a los zelandonii como si
estuviésemos allí, escuchando sus historias alrededor del fuego, participando
en sus tradiciones, sus costumbres funerarias, sintiendo su fascinación y su
recelo hacia Ayla y el vínculo que la conecta con los animales que la acompañan.
La autora dedica muchas páginas a la vida cotidiana,
basándose en una exhaustiva labor de documentación. Ese detenerse en los
detalles, en las dinámicas sociales, cómo una herramienta se perfecciona y
posteriormente se utiliza, en cómo unas tradiciones nacen, los procesos
cotidianos o rituales con un nivel de minuciosidad tal que, aunque fiel a su
estilo, diluye la tensión narrativa. Este excesivo didactismo puede ser
fascinante para ciertos lectores, entre los que me incluyo, pero para otros
podría suponer un lastre y ralentizar la lectura, como si la novela se
detuviera para impartir una lección antropológica que no necesitas.
No pasa nada si no has leído las anteriores entregas, porque
la autora se encarga de proporcionar la información necesaria para ponerte en
antecedentes. Aunque también es cierto que merece la pena saber cómo Ayla,
siendo apenas una niña, sobrevivió a un terremoto en el que lo perdió todo.
En definitiva, estamos ante una de las mejores sagas
históricas sobre nuestros primeros antepasados, protagonizada por una mujer
empoderada que gustará a las nuevas generaciones. Una lectura recomendable si
ya formas parte del mundo de Ayla y quieres completar su historia, que pone de
relieve el vínculo del ser humano con la naturaleza.






No hay comentarios:
Publicar un comentario