21 de junio de 2013

Tom Rob Smith - El niño 44

Autor: Tom Rob Smith
Título: El niño 44 
Editorial: Espasa 
Año de edición: 2008
Género: Narrativa
ISBN: 9788401352133

 Breve sinopsis:  
Ambientada en la Unión Soviética de 1953.
Leo Stepanovich Demidov, un prometedor agente del MGB, el servicio secreto ruso, es acusado de un delito de traición que no ha cometido y huye de Moscú con su mujer. Se refugia en las colinas y descubre que varios niños han sido brutalmente asesinados, un terrible episodio del que el Partido Comunista se desentiende. Decide emprender una investigación por su cuenta para esclarecer esas muertes, a sabiendas de que arriesga su vida y la de su mujer.  


Opinión personal:


El libro nos aclara, a lo largo de toda la narración, que estamos ante una sociedad en la que todo el mundo podía ser culpable de cualquier cosa, y cualquier nimiedad podía desencadenar que toda tu familia acabará en una mina de oro o mercurio en las gélidas llanuras de Siberia.
El protagonista de esta historia es Leo Stepanovich Demidov, un condecorado héroe de la Segunda Guerra Mundial que entra a formar parte de la agencia estatal de seguridad, el temido MGB (más tarde denominada KGB).
Leo descubre que alguien se dedica a asesinar y descuartizar niños rusos por toda la Unión Soviética. Uno de estos niños es el hijo de un compañero de trabajo, que con solo 4 años aparece muerto en las vías del tren que hay próximas a su casa. Todos los crímenes tienen en común que los niños (o adolescentes), aparecen con el vientre descuartizado, les falta el estómago (que su asesino se lleva a casa para luego hacer con ellos algo realmente espeluznante), tienen una cuerda atada a uno de sus tobillos y la boca llena de lo que parece ser tierra, pero que en realidad es corteza de árbol desmenuzada.
Los superiores de Leo no creen esa historia, ya que en el paraíso socialista no existen ese tipo de crímenes. Por tanto, Leo tendrá que luchar contra la asfixiante burocracia estalinista a la vez que intenta dar caza a este despiadado asesino en serie. Leo pasa de héroe a villano y tiene que vivir las condiciones de absoluta indefensión e inseguridad de un régimen que sostiene que "decir que alguien está cometiendo un crimen es un crimen contra el Estado en sí mismo".
Lo más curioso de esta historia es que el autor se basó en hechos reales para crear la novela. Andrei Chikatilo tenía 57 años cuando fue ejecutado por asesinar a 55 niños y adolescentes en 1994.

Actividad criminal de Andrei Chikatilo:
 
En diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez cuando tenía 42 años. Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía como hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás.
Su flacidez y las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada momento, era más de lo que podía soportar. También se dio cuenta de que su placer no consistía en acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.
Dos días después de este crimen la policía encontró los restos de la niña en el río Grushovka, y cerca de la cabaña de Chikatilo una gran mancha de sangre. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron inculpando a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko. Chikatilo era, por las paradojas que marcaban sus actos, más dual que nunca.
Era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su mujer le ordenaba o casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo taciturno e inerte que era. La acusación de haber molestado sexualmente a sus estudiantes le costó el trabajo, pero consiguió uno nuevo en una fábrica en el que tenía que estar viajando constantemente. Este constante movimiento le ayudaba a escoger sus nuevas víctimas.
En 1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba la fachada perfecta. Tres años pasarían antes de que Chikatilo asesinara por segunda vez. El 3 de septiembre de 1981 asaltó a su segunda víctima, llamada Larisa Tkachenko, prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales, pero falló en el intento por lo que ella se rio de él, esto lo enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el cadáver, mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo, dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo.
Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. 
Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año, y entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de 9 años de edad. El cuerpo no se encontró pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había arrancado los genitales. La prensa estaba enloquecida con el asesino en serie, el modus operandi era siempre el mismo, sus víctimas siempre se encontraban en los bosques, con indicios de violencia y sadomasoquismo, y en ocasiones les faltaban miembros a las víctimas. Se trataba de niños, niñas y chicas jóvenes. Entre ellos había muchos escapados de casa y retrasados mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban familiarizados.
En 1984 asesinó a 15 personas, mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo el número de víctimas iba en ascenso. Chikatilo los elegía entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas de autobús, y con algún pretexto, los convencía para que lo siguieran a alguna zona boscosa. Una vez allí les infrigía numerosas puñaladas (entre treinta y cincuenta)................

 

1 comentario:

  1. Genial reseña y estupenda la descripción del asesino en el que se basó Smith para escribir la novela.
    A mí este libro me gustó mucho.
    Un beso.

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