Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 528 |
P.V.P. | 22,90 euros |
Sinopsis:
En los años convulsos de la España de principios del siglo xx, mientras el país se desangra entre el hambre, la violencia y la amenaza de una epidemia, Sebastián Costa y Antonia Monterroso huyen hacia delante, atravesando Jaén, Córdoba, Madrid y Valladolid con la promesa de un futuro al otro lado del Atlántico. Él, un veterano de guerra convertido en atracador; ella, una mujer forjada en la supervivencia y la ambición. Juntos forman una alianza marcada por la sed de riqueza, la desconfianza y un deseo tan intenso como peligroso.
Pero las deudas con el pasado nunca quedan saldadas. En su camino han dejado cadáveres, enemigos y un rastro de sangre que otros están decididos a seguir. Entre la persecución de quienes ansían verlos caer y las grietas que se abren entre ellos, la duda se cierne sobre su vida: ¿hasta dónde estarán dispuestos a llegar para ser libres? Porque en un mundo donde la violencia echa raíces y la redención es solo un espejismo, pronto descubrirán que bajo tierra seca nada bueno germina.
Fuente: web de la editorial
Opinión personal:
Hay novelas que no solo se leen, se te meten bajo las uñas
como el polvo de los caminos sin asfaltar. Y esta es un ejemplo. Nada bueno
germina es la conclusión de una bilogía que comenzó con Bajo tierra seca, obra galardonada con el Premio Nadal 2024. Un relato que, sin duda, va a estar
entre mis mejores lecturas del año. Aquí el lector no pasea, sino que se
arrastra, sangra con hemorragia, respira con dificultad ante lo inevitable.
Porque en esta historia no hay descanso, sólo huida y persecución sin tregua.
Nada bueno germina es, en esencia, una novela negra de época. Ambientada en una
España de comienzos del siglo XX, la historia arranca un año después de cuando
terminó la primera entrega, por lo que considero necesario haber leído aquella
para comprender las circunstancias y motivaciones que mueven a sus personajes. Sigue
los pasos de Sebastián Costa y Antonia Monterroso, una pareja tan magnética
como disfuncional, que emprende una huida desesperada marcada por la violencia,
el crimen y un amor tan pasional como envenenado. Es la España del hambre, de
los sueños rotos, de la violencia que se extiende como una mancha y de una
pandemia de gripe que diezmará su población. Por si esto no fuera suficiente,
las aguas se van a enturbiar aun más con la irrupción de unos clanes gitanos dispuestos
a tomarse la justicia por su mano…
La narrativa es muy visual, casi cinematográfica, ideal para
ser adaptada al cine o la televisión. De ritmo implacable y tensión afilada
como navaja, consigue acrecentar el suspense con los cambios de perspectiva
dentro de un mismo capítulo.
Está protagonizada por una pareja memorable, de esas que no
se olvidan fácilmente. Antonia es uno de esos personajes femeninos que se
clavan en la memoria del lector: una loba en un mundo de chacales, una víctima
que aprende a morder, tan ambiciosa como salvaje. Capaz de inspirar tanto
admiración como rechazo, es un trueno que no se contiene y su sola presencia
impone. Una mujer sin escrúpulos que no ha sido esculpida, sino golpeada por la
vida hasta volverse piedra y si para sobrevivir tiene que ser cruel, lo será.
Sin embargo, nunca te voy a poder perdonar, mi querido César,
la eliminación de la ecuación de cierto personaje que estaba entre mis
preferidos, momento que me hizo amusgar los ojos a la vez que la mandíbula se
me deslizaba hasta la altura del tobillo. Aunque se compensa con la
incorporación de otro que daría mucho juego en una serie con él de
protagonista. Me refiero a cierto comisario jefe, conocido como el
Sherlock Holmes español.
En esta novela se desarrolla una historia que late con la
intensidad de una herida mal cerrada, arrastrando al lector por varios puntos
de la geografía española, donde la violencia, la culpa y la ley del más fuerte
marcan el ritmo de los días. Hay escenas duras, sí, pero necesarias y dignas de
Tarantino o los hermanos Coen. La violencia aquí no es un accidente, sino una
forma de respirar. Pero César sabe hacerlo sin caer en el morbo ni en el
efectismo, y nos recuerda que cuando se vive en los márgenes, la línea entre el
bien y el mal es tan fina que a menudo se vuelve invisible. Y que quienes
sobreviven, lo hacen a costa de sí mismos.
En definitiva, una novela negra como noche sin luna que no
concede tregua. De nuevo me reitero al afirmar que César Pérez Gellida es una
de las voces más potentes del género negro en España. Si aún no la has leído,
hazlo. Pero prepárate porque no saldrás ilesa.
La novela negra, y más si hay tanta violencia, no es una lectura de la que disfrute. Pero creo que será una obra estupenda para los aficionados al género.
ResponderEliminarUn beso, Marina, y gracias por la entrada.
A mí me encantó. Es verdad que me quedé en shock con la muerte de cierto personaje. Pero compensa con la presencia de otros muchos. Esperando con ganas otra novela del mismo autor. Las esperas son largas en comparación a lo que me dura el libro.
ResponderEliminarSaludos, Y gracias por tu reseña.
Si te digo la verdad, no me llama nada esta novela.
ResponderEliminarUn beso.