Editorial: | |
Año de edición: | 2025 |
Páginas: | 448 |
P.V.P. | 21,50 euros |
Sinopsis:
Cuando las imágenes del brutal asesinato de una booklover con miles de seguidores se extienden por las redes sociales, el caso cae en manos del inspector jefe Paco Carrasco. Carrasco es padre de una familia bien avenida, no tiene vicios, no oculta un pasado turbio ni es amigo de saltarse las normas. Un policía que podría ser muy real, si no fuera porque solo existe como personaje de la novela que Bel Barcelona, booklover de carne y hueso, inspira al escritor novel Mike Solo cuando ambos entablan una relación auspiciada por su común amor a los libros. Sin embargo, cuando el crimen imaginario se reproduce fielmente en la vida real, esa relación, un plácido juego de claroscuros y secretos, sufrirá un descarnado revés.
Matar a una booklover sumerge al lector en las
frustraciones, ambiciones y miedos de sus protagonistas; un cóctel que, agitado
por oscuros fantasmas de sus respectivos pasados, acabará desvelando verdades
capaces de malograr cualquier esperanza de redención.
Fuente: web de la editorial
Opinión
personal:
Queridas lectoras voraces, hoy vengo con una novela que
podría ser la pesadilla de cualquiera de nosotras, las amantes de los libros. Fue
galardonada con el XXVII Premio de Novela Policíaca Francisco García Pavón 2025,
y con ella su autor ha tenido la osadía de combinar lo mejor del thriller con
una buena dosis de humor negro y crítica literaria, donde la víctima es nada
menos que una influencer literaria. Si creías que ser booklover
era un hobby inofensivo, espera a leer esto.
Todo comienza cuando las imágenes del brutal asesinato de una
booklover muy conocida en redes, una lectora influyente cuyas reseñas,
fotos y opiniones movían a miles de seguidores, aparecen publicadas en su
propio feed de Instagram. Las redes arden, la presión mediática no da tregua y
el caso llega a manos del inspector jefe Paco Carrasco, un policía normal… si
no fuera porque no existe. Ha salido de la imaginación de Mike Solo, seudónimo
de Miguel García, un escritor novel de pasado turbio, que había descrito un
crimen inquietantemente similar en el manuscrito de su segunda novela. A partir
de ahí, ficción y realidad se entrelazan hasta volverse indistinguibles,
desencadenando un juego de espejos, secretos y sombras del pasado que amenazan
con devorar a sus protagonistas.
Candelas no se limita a pergeñar un buen thriller, hace una
crítica bastante divertida del mundo de todas las que vivimos entre libros,
reseñas, velas aromáticas y tazas de café con frases inspiradoras. Todo eso,
pero con cadáver incluido. La novela no solo habla de asesinatos y sospechosos,
sino también de lo que significa leer, escribir y compartir historias en un
mundo donde todos tenemos algo que decir sobre un libro. Es casi un homenaje a
nuestra pequeña tribu digital, esa en la que hablamos sobre portadas, seguidores,
colaboraciones, donde nos prometemos no comprar más libros y acabamos cayendo
en la tentación nada más pasar por la puerta de una librería.
El autor maneja el género con mucho oficio y una buena dosis
de humor socarrón para restar dramatismo. La trama es adictiva, los personajes
están llenos de contradicciones y el ritmo es tan ágil que una casi no se da
cuenta de que le dan las tantas de la madrugada y solo quieres leer un capítulo
más y otro y otro. Aunque para mí ha sido algo predecible, todo se perdona
porque el final compensa y te deja con esa sensación de “ahora necesito otro
libro de este escritor”.
En cuanto a los personajes, todos cargan con un pasado que
les condiciona. Carrasco es de los que se quedan contigo, porque una siente que
lo conoce, alguien de la calle que podrías encontrarte tomando café en
cualquier bar de barrio. Un tipo muy familiar y sin vicios aparentes, que se
aleja de los arquetipos del género.
En definitiva, una novela metaliteraria camuflada bajo la
piel de un thriller adictivo que además cuenta con su propia banda sonora, una playlist
compuesta por intérpretes femeninas de variados estilos musicales. Por si todo
esto no fuera suficiente, se suma un puntillo de sátira sobre el universo de
los lectores, los escritores y las redes sociales, para recordarnos que la
pasión por los libros también puede tener un lado oscuro.
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